viernes, 26 de octubre de 2007

Copa y sofá




Hace frío, mucho frío y no hay consuelo. Puede que el alma busque soluciones, puede que incluso uno se pueda sentir joven y jovial mientras espera divertimentos inocentes. Tal vez. De todos modos, lo mismo que puedo estar diciendo la verdad, mi subconsciente carnívoro en prepotencia tal vez podría estar tratando de engañarme. Tal vez no le guste aquello que trae aires juveniles de años atrás, se siente más cómodo en el pedestal del sufrimiento. Y yo lo puedo comprender, ha tenido mucho tiempo para sacar sus conclusiones y aplicarlas a espaldas de la conciencia, pero la conciencia sabe que las palabras simples, fáciles, intuitivas, suelen ser más reales que cualquier frase rebuscada en el saber. Tal vez ya va siendo hora de separar conceptos y reintegrarse en el engranaje lúdico de nuestros días, tal vez sea la ocasión de vivir borracho sin falta de consumir alcohol.

El pobre subconsciente, el pobre, que mira de soslayo, que se aterra cuando el consciente discrepa, que se ha cubierto las heridas con la gloria de la convicción, el pobre que pensó protegerme cuando yo no fuera lo suficientemente objetivo en el actuar, el pobre que endereza el camino, el pobre, se está enclaustrando demasiado. Tal vez debiera tomarse unas vacaciones e irse a Japón o a Letonia, vivir y dejar vivir, porque el consciente es pacífico y dialogador, pero pretende disfrutar de la inocencia sin complicaciones.

Por favor, no más dilemas morales inútiles, la replicación de mis células tiene un límite, carai.

A ver.

El por qué de la existencia corresponde al “porque existe la posibilidad”, la finalidad de nuestra vida es ser finalidad, queramos o no. La única diferencia es el qué regalemos al mundo y cómo, ya que hagamos lo que hagamos aportaremos algo, y ese mismo algo, su juicio, es en base a la moralidad vigente. Por lo tanto, a ojos del universo, da exactamente igual lo que hagamos, la materia y la energía seguirán ahí y ellos son lo único importante. Así que desde ese punto de vista, dada la poca importancia de nuestros actos, ¿que menos que disfrutar de una materia con conciencia? Tenemos la capacidad, aprovechémosla. Cada uno a su manera, of course. Cada uno con un mayor o menor gasto de neuronas.

Por supuesto que existe la vertiente “humana” de este razonamiento, aplicada a la moralidad vigente y subyugada bajo la mirada penetrante de los sabios de la civilización, pero por ahora, esa me la paso por el forro de los cojones.

Hace frío, mucho frío y... ¿no hay consuelo?

Ui, ui… a ver si vivir es más sencillo que pensar… Por lo pronto, la noche de viernes ha comenzado.


Freezing in haunted water – Julian Fane

lunes, 1 de octubre de 2007



Estás ahí. Estás.

Puede que estés.

Podría verte. De nuevo.

Podría. Esperanza.

¿Suficiente?

Puede. Tal vez.

Mera ilusión incluso. El genio malvado.

¿Aplicar la Duda Hiperbólica?¿Debería?

¿Olvidar esa noche con foto?¿Olvidar la otra noche sin ella?

Puede. Tal vez.

Sus ojos. Rehuían. Querían.

Sus palabras dormían las mías. Las mías describían las suyas.

Volvería.

Por ti.

Por mí.

Por esclarecer el fundamento de mis besos.

Por descubrir la incógnita pasional de un alma apaleada.

Por saber. Por evitar el desagrado. Por la certeza.

Porque si no vuelvo, si no te encuentro, olvidaré cada noche.

Y NO QUIERO OLVIDARTE

Tal vez debiera. Tal vez.

Y puedo.

Simplemente no quiero. No quiero pasear la incertidumbre.

No quiero regalar la curiosidad a nadie.

No quiero volver a cualquier duda. No quiero otro fracaso. Otro abandono.

No. No abandonaré mi excusa de caminar por esa acera.

No me olvidaré de aquella entrada de metro.

No quiero. Eso es suficiente.

Tal vez.

Puede que vuelva. Tal vez no encontrarte. Perderte.

El dolor enseña. El fracaso. El miedo. El miedo a algo bonito.

Tal vez fuera demasiado bonito otro nocturno paseo.

¿Por qué será que no confío en Dios?

A partir de ahora confiaré en mí mismo. Por tí. Por todo.

Por cualquier busqueda de piña. Por cualquier pregunta. Por cualquier foto.

Por las sonrisas.