martes, 22 de enero de 2008

¿O no?

Si peco, peco de optimista iluso,
pues pesimista de pesimismo absoluto
nada pierde,
nada teme,
si nada pretende encontrar.
Y si el corazón bota,
bótelo usted de su asiento,
pues si sabe que encontrará vacío,
en vez de en la estacada
mejor que tome el aire bajo un ciprés.


domingo, 20 de enero de 2008

Space Dementia

“Dos pasos hacia delante y tres hacia atrás. Carai, que silencio hay en esta oscura calle, solo la Luna ilumina resquicios de baldosa. Bueno, la Luna y algunos neones desperdigados de cloacas alcohólicas, de todos modos sigue siendo mucho silencio para tanto borracho. No sé cómo los árboles sobreviven a estas noches de atmósfera de cemento. Supongo que de día se desabrocharán los arneses en su peculiar lucha de ver quien llega más alto.
Qué curioso, hay un bar cuyos neones no funcionan, sin embargo la melodía que llega a mis oídos es dulcemente atractiva. No es música para un bar de borrachos, tal vez halla algo interesante que ver.”

Baja un escalón, empuja la puerta, entra, cierra la puerta. Observa una especie de cortina que le impide ver qué hay detrás. Melodía deliciosa, extraño olor. Busca la apertura y no la encuentra. Se da cuenta de que tras él ya no está la puerta conocida, solo hay cortina, translúcida cortina interminable. El techo y el suelo también son la cortina. Está flotando, rodeado por esa fina tela pálida. Pronto se da cuenta de que la melodía no es tal, está escuchando sus propias palabras, escucha lo que va a pensar un segundo después. Se asusta. Tampoco siente el curioso olor, no hay olor. No está en ninguna parte, está solo con sus palabras mentales enlatadas.

Grita su mente, grita su voz. Todo el sonido concentrado en una pompa estridente. Se resquebraja la voz, estallan los nervios en su pecho. Grita. Grita. Grita, y su mente deja de gritar. Grita, se ahoga, y sus ojos están clavados en la puerta cerrada. Sus pies están en las oscuras y sucias baldosas. Su mano, sobre la manilla de la puerta, agarrándola, quemándose de duda.

lunes, 14 de enero de 2008

[[[Me estoy perdiendo,
incrédulo péndulo abismal
que se viste con ropa naranja,
amasas fortuna en dinero que prendes y agotas en pasta.

"¡Estás loco, carajo!"
"¡No encontrarás la respuesta!"
"¿¡Qué péndulo!?¿¡De qué hablas!?"

huurl, Buen vomitivo y buen motivo el ocultar tras la pared,
desenfreno y maaaaquinas expendedoras.]

Necesario desahogarse de la primera manera que se ocurra,
solo así se suplanta desánimo por ilusión exprimida, que no concentrada,
ya que esta mantiene mejor sus cualidades nutritivas, favoreciendo la vida y la patria.

UUUps!!]]


Y quien pudiera saber...

jueves, 10 de enero de 2008

Me van a estallar los sesos, no puedo dejar de mirar. Quiero escribir la maldita canción más bonita del mundo, estrellarla en mi alma y que pueda consumir todo error e insensatez. Mierda, hubiera deseado desterrar esa parte de mi ser, siempre lo he deseado, los malditos impulsos y la comodidad del viento que pasa a toda velocidad sobre los corazones de una cena. Debí darme cuenta antes, en el momento en que añoraba una palabra más mientras tendía escaleras al desván de lo añorado. Miré a otro lado por vergüenza, por la infidelidad a mi propia alma; me conformé con unas palabras cuando observaba el mundo en verso. Me observaba a mí y te observaba a ti. Ahora sueño despierto, tus pupilas me van a desangrar.

No puedo respirar. Malgasté tus palabras y ahora me ahogo en la vergüenza.