miércoles, 24 de marzo de 2010

Angel

Podredumbre e histeria me acompaña en el camino a casa, como si el mundo en el que viviera fuera un mal sueño, como si me hubieran desterrado de Babilonia y ahora me tocara sufrir entre los proscritos que se miran el ombligo. Ellos tienen la marca, la ocultan y no les puedo tener más asco. Mi marca reluce y no la oculto, está en cada paso, está en mis ojos y ellos lo saben. Mi lugar está en Babilonia, no entre esta pérfida amalgama de rostros desteñidos por la nada.

¿Creen que llegará el día en el que me encontraré a su altura? Y una mierda. Porque me miren con gesto torcido y escondan sus muecas no dejaré de pisotearles las calles; porque me disfrace de ellos no dejaré de ser lo que soy. Pero es divertido, casi es posible llevar una de esas “fantásticas” vidas normales. Qué pena que Sentir entre en conflicto, pero supongo que se trata de un aviso. No formo parte de ellos. Yo vivo del camino, de los rostros marcados, de la lucha por volver a Babilonia y entrar triunfante por sus puertas. [...]

Me expulsaron de Babilonia porque estaba ciego. Y se, estoy seguro, de que ellos me observan desde lo alto para abrirme las puertas cuando sea necesario. Negar a dios fue el primer paso, pero no es el último. Leeré sus señales.

Soy un animal, un humano. Formo parte de la familia que porta el valuarte de la abolición del bien y del mal. Soy humano, y su desprecio cubierto de miedo les delata.

Os pido perdón por haberme apartado del camino que recorría sin remordimientos.

martes, 23 de marzo de 2010

Home coming queen

Hoy ya no estoy yo, habla mi sombra.

Hoy ya no duele la música.

El Sol no quema.

Hoy, las estrellas se quedarán quietas.

Ya no hay remero hasta el Hades.

Caronte no es satélite de ningún planeta.

Se acostarán las nubes y surgirá la niebla.

Y entonces llegarán Ellos, cargados de mantas y de salitre, con cofres agitados por el camino, repletos de algas y aire. Regalos para repartir entre los más necesitados, “te tomarás una ampolla de este alga y tus problemas desaparecerán a la caída de la tercera luna”.

¿Qué luna? Pregunto yo. ¿La de aquel verano, o la del otoño crónico de siempre?

Malos versos, dedos artríticos sin fuerza para sostener el lapicero, como una vida que ha sido y se escurre porque ya no puede ser.

Y mientras me preguntan, ¿dónde está el Diego que un día fuiste? Pero yo no puedo responder, aunque estoy seguro de que alguna vez fui algo y me sentí especial. No se que ha sido de mi, ni a dónde me han llevado mis pasos. ¿Por qué será tan importante saber? Yo ya he aprendido que saber está sobrevalorado, como las mañanas soleadas de frío, que son como cualquier otra mañana…

*como la playa donde llevabas una pistola y solo una persona podía besar el susurro
*y las mariposas o cuando ibas por bares y bares en la cuidad y el alcohol era el dios que nunca tuviste
*o como una foto de tu pasillo que me mandaste o el video aquel que llevaba la canción de In space
*imágenes
Don't think:
*sí
-:
*y de alguna forma yo era capaz de contar todo lo que yo había visto en ti
*y quizá hablaba más de mí que de ti pero bueno
*y dijo que no se acordaba, que le daba igual
*y yo seguía preguntando si de verdad él era la misma persona
*y decía que sí, que era diego
*y más o menos fui llegando a la conclusión de que todo aquello poco a poco había ido llevando a la indiferencia
*lentamente pero constantemente
*y una vez había llegado a la indiferencia ya no importaba quién habías sido y ya no dolía
*de forma que podías ser el tío soso ese sin dolor por recordar
Don't think:
*me hace daño leer esto

jueves, 18 de marzo de 2010

Sad song

  1. Pero el agua es agua, el aceite es aceite, y no haz mezcla posible que haga replantearse los cimientos de la ciencia.
  2. Que ilusos mortales, que pretenden hacer sucumbir al nuevo dios erigido por la iglesia de las bombas atómicas.
  3. Os deseo a todos buenas raciones de panceta frita y de huevos cocidos, como si se tratara del cuerpo de J.Cristo.

viernes, 12 de marzo de 2010

Me dejaré caer entre sus sábanas para que me consuma. Me meceré en sus brazos, protegido del viento, en el infierno entretejido de las altas briznas de hierba que también sucumben a la caída del sol. Es otro final del día el mismo final repetido en el tiempo, volver a acabar agotado. Una y otra vez, y cada vez más lejos, cada vez más hondo. Ya no logro escuchar la piedra golpear el fondo del pozo.