miércoles, 24 de marzo de 2010

Angel

Podredumbre e histeria me acompaña en el camino a casa, como si el mundo en el que viviera fuera un mal sueño, como si me hubieran desterrado de Babilonia y ahora me tocara sufrir entre los proscritos que se miran el ombligo. Ellos tienen la marca, la ocultan y no les puedo tener más asco. Mi marca reluce y no la oculto, está en cada paso, está en mis ojos y ellos lo saben. Mi lugar está en Babilonia, no entre esta pérfida amalgama de rostros desteñidos por la nada.

¿Creen que llegará el día en el que me encontraré a su altura? Y una mierda. Porque me miren con gesto torcido y escondan sus muecas no dejaré de pisotearles las calles; porque me disfrace de ellos no dejaré de ser lo que soy. Pero es divertido, casi es posible llevar una de esas “fantásticas” vidas normales. Qué pena que Sentir entre en conflicto, pero supongo que se trata de un aviso. No formo parte de ellos. Yo vivo del camino, de los rostros marcados, de la lucha por volver a Babilonia y entrar triunfante por sus puertas. [...]

Me expulsaron de Babilonia porque estaba ciego. Y se, estoy seguro, de que ellos me observan desde lo alto para abrirme las puertas cuando sea necesario. Negar a dios fue el primer paso, pero no es el último. Leeré sus señales.

Soy un animal, un humano. Formo parte de la familia que porta el valuarte de la abolición del bien y del mal. Soy humano, y su desprecio cubierto de miedo les delata.

Os pido perdón por haberme apartado del camino que recorría sin remordimientos.

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