domingo, 20 de enero de 2008

Space Dementia

“Dos pasos hacia delante y tres hacia atrás. Carai, que silencio hay en esta oscura calle, solo la Luna ilumina resquicios de baldosa. Bueno, la Luna y algunos neones desperdigados de cloacas alcohólicas, de todos modos sigue siendo mucho silencio para tanto borracho. No sé cómo los árboles sobreviven a estas noches de atmósfera de cemento. Supongo que de día se desabrocharán los arneses en su peculiar lucha de ver quien llega más alto.
Qué curioso, hay un bar cuyos neones no funcionan, sin embargo la melodía que llega a mis oídos es dulcemente atractiva. No es música para un bar de borrachos, tal vez halla algo interesante que ver.”

Baja un escalón, empuja la puerta, entra, cierra la puerta. Observa una especie de cortina que le impide ver qué hay detrás. Melodía deliciosa, extraño olor. Busca la apertura y no la encuentra. Se da cuenta de que tras él ya no está la puerta conocida, solo hay cortina, translúcida cortina interminable. El techo y el suelo también son la cortina. Está flotando, rodeado por esa fina tela pálida. Pronto se da cuenta de que la melodía no es tal, está escuchando sus propias palabras, escucha lo que va a pensar un segundo después. Se asusta. Tampoco siente el curioso olor, no hay olor. No está en ninguna parte, está solo con sus palabras mentales enlatadas.

Grita su mente, grita su voz. Todo el sonido concentrado en una pompa estridente. Se resquebraja la voz, estallan los nervios en su pecho. Grita. Grita. Grita, y su mente deja de gritar. Grita, se ahoga, y sus ojos están clavados en la puerta cerrada. Sus pies están en las oscuras y sucias baldosas. Su mano, sobre la manilla de la puerta, agarrándola, quemándose de duda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sencillamente, me encanta