jueves, 3 de abril de 2008

Se lo traga el silencio más allá del ruido, descubriéndose cuanto mayor sea el grito que lo busque. La desesperación es su madrina, antagonista de lo templado, dado que solo permite los extremos del abanico. Nadie sobrepasará el antiguo límite sin que palabra se convierta en locura, pues nadie es capaz de pensar más allá del entendimiento estable y rutinario en el día a día; sílabas mediocres, frases mediocres, interés mediocre, soledad mediocre, tristeza mediocre, insipidez plena. Entender esa insipidez, la imposibilidad de apreciar y buscar una compañía cualquiera, solo es camino hacia la locura. Cuanto tiempo, cuanto tiempo desde la última vez que me dije que solo acabaría esto cuando conociera a alguien como yo; y cuanto, cuanto tiempo desperdiciado en tiempo burlado al tiempo, tiempo que disfrazándose de alcohol se sentía humano simple, común denominador de lo efímero.
Pues tras cada trago, un trago de realidad se desmoronaba por el estómago unas horas después, y la vocecita en la cabeza no podía evitar su socarrón "no se acabará nunca" mientras intentando comprender mataba el tiempo y la literatura infantil.

No hay comentarios: