miércoles, 30 de septiembre de 2009

Me despertó mi madre al tiempo que sonaba el despertador, maravillosa coincidencia. Mi madre se fue y el despertador siguió sonando hasta que se cansó de esperarme. Intenté evadirme de la cruel responsabilidad de levantarme abrazando la almohada; cada vez que mi madre decía en alto mi nombre la apretaba un poco más, intentando mantener vivo el hechizo del somnoliento. Tras 20 años de vida he de decir que nunca me ha funcionado esa técnica y que, sin embargo, es ya un tic imperturbable en mi comportamiento. Omito cualquier mención a reforzadores positivos o negativos, demasiada redundancia.

Como veis (tiendo a generalizar, pero soy yo el único que me leo y me doy cuenta), esto es más yermo que el estómago de un niño sudanés.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sé optimista.. hay gente que te lee, aunque sea un día por casualidad, porque aparecen cambios en tu cuenta de tuenti y re-descubre tu blog...
Pero sería mejor si escribieses con más optimismo...
"MeRi"