sábado, 30 de agosto de 2008

Documento 1, no se quien es, más allá del esperpento que supondría para mí verme reflejado en este espejo, así que prefiero mirar de soslayo evitando oír cualquier comentario de la gente. (O hacer como que no lo oigo.)

No escucho más que sirenas, no en las rocas, sino en las calles, sirenas de policías que claman venganza por un quebrantamiento de la ley en manos de cualquier desalmado incomprensible. Nadie salvo el horror es capaz de ensuciar por gusto el buen renombre de este país lleno de gente noble y de corazones de hierro.

Vomito. No hay escapatoria. Las cañerías han reventado y estoy con el cieno hasta los tobillos.

Y que viva el pesimismo! Pero no es pesimismo, no es nada, solo es la entonación de unas palabras mal dichas.

Tengo los pies atados, tengo las muñecas atadas, tengo la garganta ahorcada, los sesos desparramados, la gente ríe, como en una película de vampiros, película mala, sin nada en lo que buscar una cuchilla ya que los vampiros no necesitan cuchillas. Blasfemando contra los ángeles y los arcángeles, menuda panda de idiotas insoportables.

A tomar por culo.

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