domingo, 7 de septiembre de 2008

Danzando entre callejones llenos de porquería negra, pisando dios sabe que cosas, vale más no saberlo. Mientras se baila, es danza-danza, asirse a las farolas y dar vueltas cuando empieza a llover. ¡No! No llueve, es una vecina del tercero tirando orines a la calle, ¡a quien le importa!

Tecnología encarcelada, secuestrada en un cubo de metal, cuando todo el universo se concentra en un punto que es maleable, manejable, se puede juzgar y que la gente pueda asentir mientras ríe y forma tumultos contagiosos de personas en éxtasis en pleno centro de la ciudad. Todos se miran mientras sonríen como si el mundo se fuera a acabar por fin, pero no se acaba; más tarde, cuando se dan cuenta de que el final solo era una creación para experimentar, han de volver cabizbajos a casa carcomiéndose por el hecho de sucumbir a una ilusión. Tras el día a día, los participantes inconscientes del experimento son incapaces de separar la cualidad ilusionista de cada momento de la cualidad real, así que cuando todo esté suficientemente mezclado, los participantes seguramente volverán a ser tan presos como antes de sus vidas, pero sin la conciencia de estar presos. Esta es la manera en que se puede camuflar la realidad, el dolor y los problemas, ya que si todo está tan mal (o tan bien) es difícil tomar un pedazo de esa realidad sin mutilarla dado el contacto entre las dos superficies suprasensoriales.

Fundamentos para el descontrol del control mental.

Las drogas psicodélicas tienen un poder en potencia superior al de los medios normales. Bastaría asumir que no son perjudiciales para la salud, más allá de ciertos problemillas con las esquizofrenias latentes y centrarse en rescatar la cultura de la psicodelia ya no desde un punto sesentero bañado de hippies, el rescate de la psicodelia debería ser obviando ese marco, permitiendo así la creación de un marco contemporáneo. Deberíamos volver al tiempo de la iniciación personal, de la problemática en las cortas miras de una mente objetiva-controlada. El contacto con la subjetividad de la droga psicodélica, ese profundizar individual en los aspectos “mágicos”, lograría romper el lazo objetiva-controlada. Al romper el lazo existe el peligro de no poder seguir con el proceso de manera adecuada, y serían posibles bastantes casos de subjetividad-controlada por la misma droga, pero efectivamente ese no es el fin que perseguimos. El fin que se busca con el proceso es el de suplantar la objetividad-controlada por una objetividad-descontrolada, partiendo del punto de que el contacto con la psicodelia no produzca la rechazada subjetividad-controlada por droga, sino una mera cantidad de subjetividad que permita el replanteamiento de uno mismo con su conciencia, es decir, que la subjetividad permita la aparición de dudas, dudas que al intentar ser respondidas por uno mismo fuercen de hecho al individuo a ser lo suficientemente crítico y desinfluenciado como para percatarse del control ejercido a su objetividad, es decir, ese coartamiento a la razón de uno mediante la imposición de límites de carácter amansador consiguiendo así que una persona pueda ser fácilmente influenciable sin que esta muestre oposición alguna, dado que desconoce por los límites impuestos.

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