lunes, 22 de septiembre de 2008

No se dónde me encuentro. No veo ninguna cara familiar. Es el mismo frío, es el hielo acosando cada trozo de piel desnuda. Cuando se siente con fuerza incluso piensa que sería fácil torturar mi mente. Lo intenta. Entonces yo me odio porque cuando entra y apaga las luces yo deseo que no se vaya, y cuando es mayor la fuerza por resistirlo a marchar y cuando mayor es el corte que con su filo hace, mejor me siento. Es otro mundo, es el mundo donde las cosas se sienten, duelen, arden, se apagan, explotan, matan, aman, desquician, desangran, torturan y son. En general dicen que no es sano completar textos recuperados de días anteriores, es comprensible dado que no es la misma intensidad ni las mismas ensoñaciones las que mueven los dedos como pequeños martillos, pero después de todo es y hay mundos, algunos se recuperan y otros no, demasiados acaban perdidos.

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