sábado, 7 de junio de 2008

Un paso. Dos, tres, incluso cuatro. Acercándose al precipicio de la navaja, derrapando en su filo, sonriendo sin sonreir. Harto de la metáfora sobre la metáfora, ya había escrito de qué trataba la levedad del ser, del estar y del parecer. Perecer y asfixiarse con lo invisible, nudo de corbata engrasado, nada como volverse y justificar en interminables justificaciones lo efímero. Quince pasos que se saltan a la torera. Olé.

1 comentario:

Noelia dijo...

Pasos alrededor del absurdo mientras el alma se hunde en el sinsentido tratando de encontrarse algún día... puede que algún día... tal vez...