martes, 6 de enero de 2009


Se deslizan de tarde a mañana

Y para que el tiempo no pase,
Se vendan los ojos.
No entienden de juzgados de guardia,
Sólo de guaridas descolocadas
Mientras la boca se tapa el tahúr.
La seda roja es del ventrílocuo
Y los ojos saltones también,
Pero se tapa los labios y falla:
Un agujero hay en su panza,
Del muñeco, que no habla solo,
Y de ahí se disparan las balas
Que copan de platino el azul.

Seda roja, para los labios.

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